¿Qué podemos hacer cuando nuestro hijo/a adolescente tiene un arrebato de ira?

Los adolescentes viven intensamente sus emociones hasta el punto en que pueden llegar a quedar “embriagados” por ellas y no ser conscientes de sus consecuencias.

La RAE describe la ira como:

  1. Pasión del alma, que causa indignación y enojo.
  2. Apetito o deseo de venganza.
  3. Furia o violencia de los elementos.
  4. Repetición de actos de saña, encono o venganza.

Nos podemos imaginar entonces, las consecuencias negativas que puede conllevar esta emoción para nuestros/as hijos/as (y para nosotros mismos como padres y madres), si no sabemos gestionarla.

Cada emoción tiene una función.

La ira suele desatarse cuando sentimos que algo atenta contra nuestra propia libertad, dignidad o integridad (o contra la de los demás). La función de la ira sería pues, motivarnos para defendernos contra situaciones injustas.

El problema surge cuando no sabemos gestionarla y nos puede hacer daño a nosotros mismos, o a los demás.

En el caso de los adolescentes, podríamos decir que la ira es como un volcán en plena erupción. Pero para que la lava emane del interior del volcán, antes es necesario que ocurran una serie de «reacciones químicas»,  que no podemos ver.

Muchas veces dichas reacciones, tienen mucho que ver con  nuestro propio comportamiento como padres y no es necesario vivir en una familia desestructurada o ser unos padres ausentes o negligentes, para que nuestro hijo/hija adolescente manifieste ira contra nosotros. En las mejores familias también ocurre.

Pero, ¿cómo es posible que nosotros como padres tengamos algo que ver con la ira de nuestros hijos/as,  si lo único que hacemos es sacrificarnos para protegerlos y para darles todo lo mejor?

Intentaré explicar por qué…

Los adolescentes, están en plena etapa de transición (están pasado de la niñez a la adultez), y deben enfrentarse a múltiples cambios (físicos, fisiológicos, psicológicos y sociales). Sin embargo, muchas veces, de manera inconsciente, los seguimos tratamos como niños/as pequeños/as.

Esa sobreprotección es un mecanismos de defensa que los padres utilizamos para no sufrir nosotros, (es decir, no queremos que les pase nada malo a ellos para no sufrir nosotros), pero en realidad, es totalmente contraproducente para su desarrollo, porque les estamos impidiendo que sean ellos mismos los que aprendan de las experiencias de la vida.

Dichas experiencias (ya sean buenas o malas) son las que les van a ayudar a desarrollar las herramientas y estrategias que necesitarán para poder desenvolverse de manera autónoma y adaptativa en su vida adulta.

Por tanto…

Si no confiamos en que ellos ya son capaces de hacer muchas cosas por sí mismos, les generaremos inseguridad, miedos y baja autoestima.

Si no les conferimos responsabilidades, no aprenderán a hacer nada por sí mismos.

Si no les conferimos libertad, no aprenderán a resolver problemas ni a relacionarse con los demás.

Si no dejamos que se equivoquen,  no podrán desarrollar tolerancia a la frustración.

Si todo el tiempo les reprochamos y criticamos por cosas que no hacen o que hacen mal, destruiremos su sentimiento de autoeficacia y su autoestima…

Todas ellas (inseguridad, baja autoestima, baja tolerancia la frustración, miedo, tristeza, vergüenza, impulsividad, timidez, falta de habilidades sociales, etc.), son las «reacciones químicas enmascaradas» que se esconden bajo el volcán de la ira. Por ello es primordial identificarlas y  trabajarlas, si queremos que la ira desaparezca.  El problema es que la ira es tan intensa que normalmente nos ofuscamos en apaciguarla a ella primero y no nos pararnos a indagar las causas que se esconden tras ella.

Por otro lado, el método que solemos utilizar para apaciguar la ira, resulta ser completamente contraproducente, ya que tratamos de apagar «el fuego» «echando más leña al fuego”, en lugar de echar «agua».

A continuación te recomiendo una serie de “manguerazos de agua” para apaciguar la ira de tu hijo/a adolescente:

-No identifiques a tu hijo con la ira, (no lo patologices).

-Procura identificar la causa que se esconde tras la ira de tu hijo/a (inseguridad, baja autoestima, miedo, frustración, etc.) y trabájala para que la ira desaparezca.

-Nunca hables con tu hijo/a cuando tú estés más enfadado/a que él/ella.

-No trates de abrir la puerta de su habitación si se encierra con un portazo para aislarse, (ya que, te está pidiendo un tiempo para calmarse).

-Cuando exprese su ira, escúchale atentamente, no le interrumpas y muestra verdadero interés por sus argumentos.

-Si está muy enfadado, deja que sea él/ella quien hable, tú sólo limítate a escucharle, pero no le interrumpas, ni le hagas reproches en ese momento.

-Mientras le escuchas, cuida tu lenguaje no verbal, (no resoples, ni muestres cara de enfado, actúa con serenidad y naturalidad).

-Si te hace chantaje emocional con lo que más te duele, no entres al trapo ni personalices sus ataques, (recuerda que está «embriagado» por la ira y no sabe muy bien lo que dice).

-Cuando esté más calmado/a habla con él/ella sobre sus preocupaciones, necesidades, intereses, miedos, etc. Habla de ellos desde el interés y la curiosidad, (aunque no estés de acuerdo con lo que siente, piensa o hace).

-Si crees que vas a explotar, trata de buscar alguna forma de evitarlo, (respira hondo o abandona la situación por unos instantes hasta que te calmes).

-Una vez te cuente el problema, analizad juntos las posibles alternativas para solucionarlo.

-Cree y deposita tu confianza en tu hijo/a adolescente. El llamado “efecto pigmalión” tiene un poder increíble sobre ellos. Por tanto, si esperas conductas y resultados positivos en tu hijo/a adolescente, estarás favoreciendo que así ocurra, porque estarás potenciando su sentimiento de autoeficacia y su autoestima. Por el contrario, si lo que esperas de él/ella son resultados negativos, estarás favoreciendo que así ocurra, porque estarás potenciando su inseguridad y arremetiendo contra su autoestima.

-Una de las mejores técnicas para controlar la ira es la relajación, (que se puede conseguir, respirando hondo, haciendo deporte, yoga, Mindfulness, escuchando música, dando un paseo por la playa o la montaña, tomando un baño caliente, leyendo, haciendo manualidades o pasamientos, etc, etc, etc…).

-Si aún así resulta imposible controlar la ira de tu hijo/a adolescente, sería aconsejable pedir ayuda a un especialista para que aborde de raíz la causa que la está generando y os proporcione, a tu hijo/a y a tí, técnicas y estrategias, que os permitan manejar esta emoción de manera adaptativa.

Un saludo y hasta el próximo post!

Referencias bibliográficas:

Tovar, B. (2016). Cómo entender a mi hijo adolescente. Barcelona: Planeta

 

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