Como todos sabemos, la empatía es la capacidad de “ponernos en el lugar del otro”, comprender lo que siente o piensa y, además, hacerle saber, que está siendo comprendido por nosotros. Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza y la empatía, es una habilidad que permite la supervivencia de nuestra especie, ya que, nos permite entender a la otra persona y establecer así una estrecha relación con ella para ayudarnos mutuamente a sobrevivir en el medio físico que nos rodea. Pero, ¿por qué hay personas más empáticas que otras?
Existe una estructura cerebral donde se sitúa nuestra empatía llamado “giro supramarginal derecho”. Por otro lado, las neuronas que se encargan de que seamos empáticos, son las llamadas «neuronas espejo». Estas neuronas son las responsables de que por ejemplo, se nos pegue el bostezo de un amigo o de que nos sintamos tristes cuando observamos a alguien sintiendo dolor.
Hay personas que tienen menos desarrollado este área del cerebro desde el nacimiento, pero también, las experiencias tempranas, los modelos educativos parentales o el contexto social en el que vivimos, puede hacer que esta parte del cerebro se deteriore y por tanto, la habilidad de empatía se debilite y la persona se acabe convirtiendo en una auténtica egocéntrica.
Las personas faltas de empatía se caracterizan por estar centradas en sí mismas y en satisfacer sus propias necesidades y deseos.
También hay personas capaces de proyectar una “falsa empatía” con tal de construir relaciones sociales sólidas y de esa manera conseguir sus propios objetivos, (como los psicópatas).
Para ser personas verdaderamente empáticas es necesario escuchar activamente al otro y saber leer muy bien tanto su lenguaje verbal, como el no verbal. Pero también es necesario haber desarrollado la capacidad de “autonegacion”, es decir, la capacidad de dejar de lado nuestras propias necesidades, prejuicios, actitudes, creencias y valores, en pro de los de los demás. Sólo de esa forma seremos capaces de llegar a sentir realmente lo que el otro está sintiendo y pensando.
Un persona empática sería por ejemplo, aquella capaz de darse cuenta de que ha dicho un comentario que ha molestado a otra persona, recula y pide perdón por ello. Si no lo hace, es porque esa persona no tiene verdadera empatía.
Además, esa persona carecerá también de compasión, porque ambas habilidades están íntimamente relacionadas.
Es importante resaltar que la empatía es una habilidad y como tal, se puede aprender, si la practicamos un poquito cada día.
¿Cómo podemos practicarla?
Pues por ejemplo, esforzándonos por callar, observar y escuchar activamente a los demás cuando interactuamos con ellos.
Si mientras hablas con alguien, estás más pendiente de lo que vas a decir o de tus propias preocupaciones, necesidades, creencias, valores, o actitudes, tu capacidad para empatizar será muy pobre. Sin embargo, si lo escuchas activamente, con atención plena, dejando de lado tus propias necesidades, prejuicios, actitudes y creencias, podrás ponerte en sus zapatos, leer su mente y percibir correctamente cómo piensa y se siente.
Algunas características de las personas empáticas son las siguientes:
-Poseen una alta inteligencia emocional, (es decir, saben gestionar muy bien sus emociones y las de los demás).
-Poseen una autoestima fuerte.
-Su estilo comunicativo es asertivo, (ni pasivo, ni agresivo).
-Son personas comprometidas socialmente, (altruístas y prosociales).
Ahora ya conocéis un poco mejor esta habilidad y cómo podemos desarrollarla.
Practiquémosla todos un poquito cada día para facilitar la comprensión, el respeto mutuo y la convivencia en armonía! 😉
Hasta el próximo post!!
Referencias bibliográficas:
Davis, M. H. (1980). A multidimensional approach to individual differences in empathy.
Decety, J. E., & Ickes, W. E. (2009). The social neuroscience of empathy. MIT Press.